Y observé la cara y ésta me sonrió, aunque sólo fuera un instante, para mostrarme a su vez la cruz; y dejar que el azar decida cómo caerá la moneda, si volverá a sonreírme o si volverá a pesarme la cruz.
Y quiero pensar que la única carta que juega sobre la moneda no es el azar, sino que con mi mirada puedo guiar el giro de la moneda, sino que mi forma de lanzar la moneda habrá influido en la caída, una caída que no sé cuánto puede durar, porque el tiempo no es capaz de encadenar la moneda.
Una moneda que quiero que me vuelva a sonreír... siempre que la mire.
Cuando algo quieres que te vaya bien, el mundo conspira para que vaya mejor :) inclusive la moneda. Todo depende de lo que le exijas a la realidad.
ResponderEliminarUn beso!