jueves, 24 de diciembre de 2009

El rey de corazones

Me pregunto si la moneda finalmente ha terminado de caer. Ahora mismo está quieta y me muestra la cruz, pero ya no pesa, ¿será porque vi la sonrisa de su cara? ¿o quizá porque me he acostumbrado a llevarla a cuestas?

Sea como fuere, el rey de corazones ha vuelto a perder la partida, volvió a jugar mal las cartas, no supo escoger la estrategia adecuada. Pero el juego no ha acabado todavía... El rey de corazones se niega a creer que su reino está vacío, pues... ¿de qué serviría ser un rey de corazones en cuyo reino no habita ninguno más que el suyo? Y es que el rey de corazones ya no sabe si su corazón es realidad, una moneda o un juego de cartas... Si más no, lo que sí puede afirmar es que aunque en su reino teme que no haya corazones, en su rol de persona sabe que no está solo.

No importa si no jugué bien mis cartas, sé que siempre tendré el rey de corazones en mis manos y algún día ganaré la partida.

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